Hoy os vamos a proponer una actividad que podemos
ir adaptando a la edad de los niños y que nos puede hacer pasar un rato muy
divertido. Se trata del puntillismo, suena un poco raro para nuestros niños,
pero no es nada más difícil que pintar haciendo puntitos.
Los
materiales que necesitamos son sencillos: papel y pinturas de colores.
Podemos
dibujar una imagen grande, con pocas áreas diferenciadas, es decir, una flor
con cuatro pétalos grandes, un sol redondo con rayos, una nube redondeada, un
pez de silueta básica, … o cualquier otra cosa que se os ocurra. Tened en
cuenta que a esta edad es difícil trabajar con figuras con mucho detalle,
cuanto más sencillas mejor.
Para los más pequeños es mejor utilizar pocos
colores e ir ofreciéndoselos de uno en uno para intentar que no se mezclen
todos a la primera ocasión, para los más mayores se puede preparar una paleta
con un poco de cada pintura, nuestra paleta ha sido un envase reutilizado.
Antes de empezar a pintar es bueno comentar con el niño qué es lo que tiene
delante, enseñarle el dibujo y comentar con él las diferentes partes que
observamos.
Nosotros hemos hecho una flor, pasábamos el dedo por el tallo,
señalábamos la hoja y los pétalos, no importa que aún no tengan el concepto, lo
importante es la observación.
Después vemos las pinturas, con los mayores
podemos repasar los colores, mojamos nuestro dedo en la pintura y hacemos
pequeños puntitos en nuestro dibujo.
Les puede ayudar utilizar un sonido, “pim,
pim, pim”, para realizar el gesto más consciente
.
Ahora
es el momento de observar, de comentar (que no de juzgar), de pedir que nos
expliquen, mientras ellos van haciendo puntitos podemos participar en su dibujo
o dejarles a ellos solos.
Es importe destacar que el resultado no nos importa.
Pintar dentro o fuera del dibujo no es relevante, a los mayores podemos
explicarles, remarcarles el área a pintar; tampoco nos importa si se nos olvida
hacer puntos y pasar a utilizar el dedo de pincel, una buena opción es repetir
el sonido y hacer nosotros el movimiento, la imitación es una de las mejores
herramientas de aprendizaje. Para los más pequeños, el hecho de mancharse las
manos es divertido por sí mismo, sin necesidad de realizar ninguna tarea más,
dejémosles experimentar, mancharse, sentir la pintura en los dedos, si está
fría, si es suave, si nos moja, es muy habitual que se pinten su propio cuerpo
para “sentir” la pintura.
En nuestro caso, nosotros hemos dado un pasito más,
ya que teníamos a uno de los “artista” con 5 años y en vez del dedo, hemos
usado palitos de algodón. También es divertido y nos ayuda a trabajar la pinza
fina.
Por último, como buenos artistas nos gusta que se
reconozca nuestra obra y por eso la hemos expuesto en nuestra pared. Todos los
trabajos están bien hechos, todos los trabajos suponen un esfuerzo por parte
del niño y por eso tenemos que valorarlo y apreciarlo. Los mayores también nos
sentimos bien cuando realizamos actividades de este tipo, así que yo también he
colgado mi cuadro junto a los de mis hijos. ¡Esperamos que os gusten tanto como
a nosotros!
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